Te explicamos cómo se aplica la ciclicidad en este programa.
EMAT pone en práctica una enseñanza basada en la ciclicidad de los contenidos como estrategia para conseguir un aprendizaje profundo y duradero. La ciclicidad hace referencia al diseño de una enseñanza centrada en ofrecer multitud de experiencias educativas, en diferentes momentos y en situaciones diversas, realizando actividades ajustadas a la edad de los alumnos y a sus maneras de entender el mundo.
Cuando hablamos de ciclicidad, nos referimos a que un mismo contenido se enseña en diferentes momentos. Encontramos dos tipos de ciclicidad: la vertical, que se da entre cursos y etapas (de infantil hasta final de primaria), y la horizontal, que se da dentro de un mismo curso escolar. Además, en el abordaje de estos contenidos, se proponen actividades para introducir, practicar, consolidar y repasar un mismo contenido. Se trata de ir sumando aprendizajes de diferentes conocimientos que forman parte de un contenido desde actividades de diversa complejidad, de ofrecer el máximo de oportunidades. De esta manera se consigue que los alumnos no olviden los contenidos de un curso a otro y quieran seguir aprendiendo en tanto que paulatinamente se van complejizando.
La ciclicidad vertical está pensada para alcanzar una comprensión profunda de un contenido a lo largo de toda la escolarización. Es decir que el aprendizaje de un conocimiento no se entiende en un momento en el tiempo «porque toca», sino que debe abordarse durante muchos momentos y experiencias adaptadas a la edad de los alumnos. Por ejemplo, aunque los niños de infantil todavía no son capaces de utilizar el algoritmo de la división, sí que pueden empezar a entender un aspecto previo de la misma, como es la repartición equitativa.
La ciclicidad horizontal se refiere a abordar los conocimientos en diferentes momentos y experiencias que se suceden a lo largo del curso escolar. Es decir que no dedicamos una semana entera a trabajar la geometría, sino que a lo largo de la semana los niños realizan diferentes actividades, en momentos clave y bien secuenciados, sobre cálculo mental, un contenido de geometría, resolución de problemas… De esta manera, pueden establecer conexiones significativas entre los diferentes bloques y motivarse por los contenidos desde diferentes experiencias, y superar así los posibles bloqueos.
Por último, y no menos importante, las actividades sobre un mismo concepto matemático se abordan desde las diferentes inteligencias múltiples, para que todos los alumnos se impliquen con motivación en las actividades y conecten con sus conocimientos previos y estilos de expresión. Razonamientos lógicos, representaciones visuales, historias para pensar, ritmos de melodías, actividades de movimiento, argumentaciones orales, observación del entorno y clasificación de elementos, etc., una gran variedad de caminos para conseguir afianzar un conocimiento.
Si deseas ampliar información, puedes consultar:
- Del Pozo Roselló, Montserrat (2005). Una experiencia a compartir. Las inteligencias Múltiples en el Colegio Montserrat. Fundación M. Pilar Mas. Barcelona.
- Miró, Nuria (2012). «EntusiasMAT hace reales las matemáticas». Números. Revista de Didáctica de las Matemáticas, 80, pp. 85-90.